Lo positivo de esta crisis es que se te rifa el casero. Un casero profesional, un tío Gilito, de los que pasan el rato viendo cómo procrean los billetes de banco en sus cuentas corrientes, si eres buen pagador te llama por teléfono y te baja el alquiler. Para que ocurra un suceso tan paranormal como el que cito basta con insinuar que te largas y el culo se le hace pepsicola. En otra época era impensable pero ahora es un fenómeno corriente. Subir el pago de los inmuebles se ha convertido en una hazaña. El IPC no se cantea y las entidades financieras, a fuerza de embargos y subastas, les están comiendo el terreno a los viejos especuladores de siempre, de modo que se ha creado un panorama nefasto para su negocio, donde la oferta supera con gran holgura a la demanda. Aunque los amos del monopoly desconfían hasta de su propia sombra tienden a acoquinarse frente a los cambios y prefieren lo malo conocido a lo bueno por conocer. La ocasión la pintan calva.